miércoles, 29 de julio de 2009

Inquisidora Marishka II

pos nada, si os gusto la primera parte, haber que os parece esta.

(18+)

Los gemidos y las suplicas, hacia ya tiempo que se habían acabado, tras varios dias de tortura ininterrumpida, gran parte del cuerpo de la muchacha ya tenia el estigma de la inquisicion, solo algunos centros de placer o terminaciones nerviosas estaban intactas, eran reservados para mas adelante. La irreconocible persona que había sobre la mesa, estaba siendo alimentado por suero, y le inyectaban sangre y asteroides para que no muriera, cada rato un cirujano entraba, le hacia cuatro apaños cambiaba el suero y se iba.
La inquisidora, con su antes vestido blanco ahora completamente cubierto de rojo, se alzaba, imponente, y de vez en cuando mecía el pelo, para que no se le ensuciara de sangre.
Empezó a revolver de nuevo en la bandeja. Los que antes fueran instrumentos de un acero tan brillante como el sol, no eran mas que grotescos manchurrones de sangre, pero aun quedaba algo en la mesa, la inquisidora miro un trapo hay encima, izo una mueca y desenvolvió otra estaca, pero esta vez era diferente, no era brillante, era mate, su parte punzante era aterciopelada y desprecia un zumbido, como el de las abejas. Miro a la chica en la mesa atentamente y le puso una mano encima, moviéndola lentamente hacia la ingle de la muchacha, mientras con la otra le ponía la estaca encima de la cara, para que la pudiese ver.
-¿sabes que es esto?- mientras lo decía movía la estaca con aire juguetón, y con la otra mano empezó a acaricierle y frotarle la ingle, la muchacha se estremeció por la sensación y la alegría de que por una vez, no fuera dolor lo que le causaba la inquisidora.
-es una estaca neuronal, toda su superficie esta recubierta por cientos de fibras, que interactuan amplificando las sensaciones hasta un punto que no eres capaz de imaginar, un placer tan minio como este- froto un poco mas enérgicamente la ingle de la muchacha, y izo que se volviera a estremecer. -podría convertirse en algo mucho pero que esto- la inquisidora apretó con todas sus fuerzas, estrujando aplastando y retorciendo, las partes intimas de la muchacha, esta soltó un grito tan fuere que se desmayo.
La inquisidora la miro, cogió una jeringuilla y se la clavo en el muslo vaciando el contenido de la inyección en el cuerpo, la muchacha despertó, aun temblando por el dolor, e intentando cerrar su entrepierna, un acto instintivo para protegerse, de la crueldad de la inquisidora.
-arrepiéntete, y dime, si as recibido ayuda de alguien y esto acabara, hasta puede que sobrevivas para ayudar a otros a que no corran tu misma suerte... - la inquisidora la miro fijamente y espero un rato. -muy bien tu me as obligado- empezó a deslizar la estaca por su vientre, cada vez mas abajo.
-¡ESPERA!, te lo diré, te diré que se, pero por favor, perdóname, no era mi intención ser una monstruo, una avobinacion-
-te creo, el emperador es nuestro protector y su perdón esta para aquellos que estén dispuestos a suplicarlo y pagar su precio, ahora dime, Béla, ¿qué es lo que sabes?-
-un hombre cerca del envarcadero del espacipuerto, canvia pases de pasajero, a cambio de increíbles sumas de dinero y de ciertos favores, a aquellos que le pueden ser de utilidad.
-entiendo- dijo la inquisidora mirándola con piedad -¡servidor! -entro un ser, que de humano tenia poco, con brazos de metal, y con gran parte de su cabeza sustituida por engranajes y sistemas mecánicos, -lleva a Béla al cirujano, que la cure y la deje nueva, luego que se ase y se ponga algo de ropa, y llebala a su celda después... a y porporcinele algo de comida solida.-
El servidor se movió hacia le mesa, corto los cables, y cogió a la chica con suavidad, dio media vuelta y salió de la sala, la Inquisidora se quedo mirando al servidor como salía de la estancia.
Un hombre asomo la cabeza miro si estaba sola y entro.
-¿cuáles son sus ordenes mi señora Marishka?- se quedo mirando a la inquisidora bien regio en posición de firmes.
-creo que escucho la conversación ¿no capitán?, coja un equipo arresten a ese hombre y a todos los engendros que hallan con el, llebadlos a la plaza mayor y purgadlos.
-¡SI SEÑORA!- el capitán dio media vuelta y salió escopeteado de la estancia.
Una vez mas la inquisidora estaba sola, miro a la mesa, casi no podía mantener los ojos abiertos, se sentó en la masa de torturas y luego se tunvo. Hay estaba cubierta por un centímetro de sangre, encontró reposo, cerro los ojos y durmió.



Pasados unos minutos empezó a abrir los ojos, se levanto y miro a los lados, se toco, se dio cuenta que estaba echa un asco, llamo a un servidor, para que le trajera una capa y así pasar ligeramente desapercibida hasta poder llegar a sus aposentos. Este entro en silencio por la puerta, con una capa de color negro, en los brazos, se acerco y se postro. Ella cogió la capa como quien coge una prenda del armario, se la echo a la espalda y sé la cerro con un pequeño broche en forma de la "I" de la inquisición. Salió de la habitación, paso por un par de salas, sin fijarse si había alguien o no, subido por unas escaleras y se paro ante unas puertas plateadas. Estas se abrieron lentas y silenciosas, y ellas las dejo atras para entrar en una pequeña sala circular, con 2 sofás de terciopelo rojo y en forma de media luna, en el centro de la sala, entre los dos sofás había una mesa pequeña, con la superficie de cristal y al fondo de esta, en el lado opuesto de la puerta que acababa de dejar atrás, otras puertas plateadas, custodiadas por dos soldados, con imponentes armaduras que sostenían en la mano derecha unos escudos enormes y muy decorados y en la mano izquierda un espadon enorme, de metro y medio, al acercarse la miraron un segundo y las puertas se abrieron, entro en la nueva estancia. Eran sus aposentos, una cama enorme muy decorada, unos muebles de madera de roble oscurecidos, y unas estanterías repletas de libros, a un lado había un pequeño umbral del cual salió una muchacha, se hacerco rauda e izo una referencia.
-su baño esta listo mi señora.
La inquisidora entro en la estancia en la cual había una bañera, cubierta de pétalos de alguna flor autóctona del planeta, y de una espesa capa de vapor que salía del agua, se quito toda la ropa, y la dejo caer en el suelo. Con gestos suaves se metió en el agua, cerro los ojos y descanso, penso en lo que le había hecho a esa pobre muchacha, siempre que lo hacia su corazón le latía mas rápido, la excitaba, no el infringir daño en si, si no todo, alguien de su estatus no se le permitía manifestar esos... sentimientos, pero cualquier atento observador se daría cuenta. Al pensar en esos hechos bolbio a notarlo, sabia que estaba sola, así que se permitió traspasar brevemente la ralla, suavemente fue deslizando una mano bajo el agua, acariziandose todo su cuerpo, hasta llegar a la entre pierna, con tranquilidad repitió el proceso que le había hecho a la muchacha, empezó a acariciarse y frotarse, y un estremecimiento le recorrió el cuerpo, froto con mas fuerza y una ráfaga de placer le recorrió una y otra vez el cuerpo, notaba como el corazón le latía mas rápido, hasta que una sensación casi inesperada izo que soltara un gemido, el rápido latir de su corazón casi no la dejaba respirar, y sus extremidades se empezaban a dormir, era una sensación que la lleno del todo, y a medida que su corazón dejaba de intentar salírsele del pecho empezó a sentirse cansada, y cerro los ojos. Cuando empezó a sentirse relajada y descansada, una alarma sonó, sabia que era algo importante que requería de su presencia, salió del agua y toco con sus pies el frió suelo, casi no podía mentener el equilibro, sus extremidades aun estaban algo adormiladas por el... ejercicio que acababa de hacer. Sus sirvientas se hacercaron con toallas, estaban rubricadas, segura mente la habían escuchado gemir. La empezaron a frotar, y la secaron, una se fue mientras la otra con mucho cuidado la iba peinando, le izo unas trenzas y le pueso el pelo hacia arriba, signo de su estatus. Para terminar le puso un sombrerillo de flores. Al entrar en sus aposento, la otra sirvienta se acerco con unas prendas de ropa interior, eligió unas y se las puso, al terminar, la sirvienta que le había hecho el peinado, apareció con una blusa y unos pantalones, mientras la otra sacaba la armadura de su reposo en el armario. Se puso la blusa y los pantalones, y al terminar le pusieron la armadura, primero una fina cota de mallas, y luego la placa pectoral, las perneras, y hombreras, y le pusieron una fina gabardina decorada con símbolos de la inquisición, negra por fuera y carmesi por el reberso, para atársela en la armadura y así evitar que la parte frontal de la misma cállese al suelo, se la ataron con un lazo rosa enorme en la espalda a modo de cinturón. Ataviada para la batalla solo le faltaban las armas, se acerco, a la pared, abrió un armario y se quedo mirado las infinitas variedades de armas, pero como siempre cogió sus preferidas, un bolter-lanzaestacas y una espada de energía de 1,78m de largo, tan larga como ella de alta. Se la echo a la espalda y fue hacia la puerta, al salir de sus estancias, los dos guardias que vigilaban la puerta empezaron a seguirla, bajaron por unas escaleras, y llegaron a una sala cuadrada, una capilla, con un holograma de la ciudad flotando en el aire, cientos de servidores corrían de un lado a otro procesando los terabits de información. En el centro estaba el capitán que había enviado para neutralizar la amenaza, a la izquierda de este había su segundo por los galones un teniente. Se acerco a ellos.
-¿a neutralizado la amenaza capitán?-
-no mi señora habían demasiados, nos superaron, hemos sufrido bajas-
-entiendo, capitán, queda relevado de sus deberes- con un gesto rápido movió la espada de energía, cortándole la garganta al capitán, este se agarro el cuello, y callo de rodillas, miraba con cara de "¿por qué?" A la inquisidora, mientras le salía a chorros sangre del cuello.
-¿teniente?-
El teniente aun estaba mirado a su capitán, pero cuando se dio cuenta de que se refería a el miro rápidamente a la inquisidora.
-¿s-si? Mi mi señora?-
-enhorabuena, acaba de ascender, coga a 10 equipos de asalto y reúnase con migo en la dársena de blindados, vamos a acabar con esas cosas.
-si señora- el teniente izo el símbolo del aquila imperial y se fue corriendo, por una puerta. La inquisidora lo miro, giro la cabeza hacia un servidor.
-siervo, avisa a mi séquito, en el Hermes en 10 minutos.

1 comentario:

  1. ¡Mis ojos! ¡Mis ojos! ¡Me he quedado ciega! Si vigilaras las faltas estaría bastante bien (incluso con la escena de sexo completamente gratuita) }:]

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